sábado, 12 de diciembre de 2009

CON EL PLACER EN LA MEMORIA



Antiguamente en estas latitudes y ahora en esas otras otras tierras nuestras se han prodigado con amplitud infinita multitud de pequeños y grandes momentos de placer. En uno y otro lugar esos momentos son rememorados con veneración.
Para el pródigo el “dolce far niente”, tiene sentido y razón.
Él disfruta y se regocija en su soledad a veces, sin embargo sabe que nunca está solo. Se ensimisma como en un sueño con el paisaje exuberante y verde, arcoiris de colores, fina llovizna y los distintos azules del cielo. Para él este y aquél lugar que te describo, podría parecer el rincón del mundo lugar de descanso de los dioses.
Los distintos y cambiantes paisajes, que las circunstancias han puesto ante sus ojos, han sido grabados en sus pupilas y han hollado muescas eternas en su cerebro y corazón. Montes multicolores, ríos y lagos, exuberante vegetación, rocas y tierras con todos los tonos ocres imaginados, litorales abruptos o arenosos, manglares y selvas, todo son imágenes inolvidables, no siempre bucólicas, mantenidas para siempre en el archivo eterno que él posee para la eternidad, para compartir con todos, para regalar oídos infantiles, para despertar conciencias dormidas. Para contar lo bueno de las estampas y reprobar y aborrecer todo aquello que se destruye, que se ignora, tu sabes que la ignorancia es un peligro.
El placer que pregona es ése, el conocer, dar a conocer, rescatar, respetar y conservar, trasmitir y honrar. Es la memoria de los pueblos, la cultura y tradición.
Los placeres son los pueblos, sus paisajes y su gente, la música mas pura y sencilla, el trino de las aves, los azules y verdes de sus mares, la brisa jugando al escondite con los árboles del bosque, la hojarasca y la leña.
Los placeres pueden ser grandiosos o íntimos, según tus ansias propias. Un libro, un lienzo, una liña tendida a la orilla del mar.
Las personas, el amor inconfesado, las confesiones tardías, lo que jamás dirás, lo que guardas celosamente para ti, en tu cerebro, tu corazón o tu hígado.
La alegría de un niño, el bienestar de un niño, los juegos de un niño, eso son placeres que deleitan y enriquecen, ayer y mañana.
Infinitos son los placeres que circulan a su alrededor, casi siempre los atrapa y guarda, otras veces se le escapan por la distracción en otro paisaje. Casi siempre los paladea nítidamente
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