miércoles, 21 de abril de 2010

ENSOÑACIONES



Como cualquier día salí esa mañana a trabajar, no era un día especial, era como cualquier otra monótona jornada de febril trabajo en la calle.Habia salido, como siempre, muy temprano, dando tiempo en el camino a ir despertando paulatinamente pues necesitaba considerable tiempo para espabilar.

Sin darme cuenta casi, me encontré en el centro de trabajo. Dos grupos de compañeros que, sin quererlo,se habían formado en dos corrillos o grupos cuya nota dominante era la edad. En un lado estaban los mas jóvenes y en otro los mas veteranos. En la calle encontré a Marieta con la maleta de su vehículo abierta mientras colocaba en el maletín lo mas importante para su labor. La maleta es algo casi imprescindible y está en todas partes cumpliendo su función. El día era de un gris plomizo como una plancha de acero. Había llovido torrencialmente durante la madrugada y los estragos del aguacero eran visibles por doquier, charcos como espejos, grandes y pequeños, hilillos de agua aún presentes jugueteaban por las adoquinadas calles.

Ahora no llovía con fuerza, sólo una constante sorimba, mojabobos o chipichipi que sin embargo permitía caminar por las viejas callejuelas sin grandes esfuerzos. Caminé sin rumbo fijo, al menos no era consciente de hacerlo.

De pronto me encontré con un caserón enorme cuyo bajo estaba cubierto totalmente de espeso lodo, barro apelmazado y lodo endurecido. Habían estado vaciando el lugar, al parecer para una nueva obra o reconstrucción y por tanto se veía un gran boquete o socavón de mas de dos metros de profundidad, algo oscuro.

No sin dificultad, fui “aclarando” la vista hasta percibir con mas o menos claridad lo que yacía en el fondo. Me costaba distinguir el fondo pues el barro espeso lo cubría todo, sin embargo fui distinguiendo las paredes oscuras y el volumen del final. Pude fijarme en una masa informe, en principio, al lado de otra en su costado que no me dijo nada al primer vistazo, mas luego reparé con mas detenimiento en que esa aparente masa tenia forma, parecía humana. Miraba alternativamente a una y otra sin distingo hasta que noté que los bultos tenían algo de forma física, como los bustos de un escultor.

Quede sorprendido cuando uno de los “bultos” de barro abrió los ojos y movió la boca tenuemente, su gemelo hizo lo mismo. Sorpresivamente pensé en Jesucristo,la idea de la imagen que nos han transmitido. Me asaltó la idea sin premeditarla. Ignoro que quería decirme o que significaba la imagen que había visto. Mi habitual gnosticismo no me permitía ir mas allá. Todo quedó en una imagen fugaz, vívida y momentánea sin razón aparente. He meditado acerca de su contenido sin encontrar un referente de explicación al hecho.

Súbitamente desperté, una apacible placidez me inundaba. Intenté no pensar mas en la imagen pero de cuando en cuando me asalta a la memoria visual. Cuando estuve en pié y alerta fuí consciente de que todo habia sido un sueño.

jueves, 15 de abril de 2010

LA MARAVILLA SALADA



Todas las metáforas se hacen elocuentes y cobran vida por si mismas en el ambiente abrumador y fascinante. Abre los ojos, no sin temor, ante lo desconocido. Su cerebro no asimila de forma rápida la sorpresa que se abre ante él. Es una gloriosa sinfonía de luz y color, las sombras se difuminan sin cesar y las luces cambian, mudan y desaparecen en el enorme y cambiante caleidoscopio.

Estrellas fugaces asustan a las sombras que huyen. El espectro de color es infinito, predominan las variantes de verdes y azules, los rojos y amarillos sitúan las notas de contraste. Todo es movimiento en derredor, movimiento ondulante y fugaz, nada parece permanecer en quietud constante. Acá el espíritu se inquieta, pero al momento pierde su esencia y se integra en el mágico mundo circulante.

Estrellas sin luz propia la reciben del astro y resplandecen con su color, seres diminutos deambulan pululando por doquier, huyen y se esconden, otros se pasean mostrando su esplendor de colores espectaculares, los hay con una infinita gama de grises que los hacen parecer bellos, dinámicos y estilizados en toda su apariencia, también los hay inmóviles como aparentes pedruscos, que no lo son.

Todo es vida , furtiva a veces, vital toda. Extasiado en la contemplación, aunque breve, no se da cuenta, algo pasa repentinamente, ¡falta el aire!, no puede respirar y sus núbiles pulmones suplican con urgencia su dosis vital. Tiene que emerger con súbita rapidez.

Ahora sentado en una roca espera con impaciencia a que salgan las branquias de su cuello.