domingo, 15 de noviembre de 2009

EL LUGAR QUE OCUPAMOS


Ahora te cuento lo que acontecía cada día y cada noche en aquel lugar, que no recuerdo con melancolía ni con dolor, sólo quizás con una pizca de nostalgia por las cosas que encerraba en si misma, per sé. Era un mundo nada novedoso ni original, era común a todos y cada uno, era la comunidad.
Terminadas las labores propias de cada cual , todos se iban recogiendo al auchon. Cuando languidece el día y la luz diurna se va esfumando paulatinamente y las sombras de la noche van al encuentro del sol sin encontrarlo jamás, comienza entonces otra etapa tan propia, carismática de la época previa al alumbramiento de la modernidad que hoy conocemos. Aquel era otro mundo increíble. No existen los adelantos técnicos tan comunes en nuestro diario vivir de hoy.
Cuando la oscuridad lo opaca todo, relucen otras clareas oportunas. Las estrellas nos regalan su luz con diáfana claridad, lo mismo que la luna cuando está hermosamente llena. Y en el núcleo familiar se encienden los mechurrios o las velas, los quinqués o las lámparas de aceite o el carburo.
Todo ello ofrece un ambiente algo lúgubre, que refleja por doquier innumerables siluetas que los mas pequeños interpretan fantasmales. Estas luces amarillean el rostro y los objetos, no aprecias con claridad el estado de las cosas, las formas, los volúmenes, la perspectiva y los colores están completamente distorsionados.
En esos momentos y en ese escenario improvisado pero cotidiano se reúnen todos al socaire de una hoguera, todos los miembros, familiares, amigos y vecinos, viejos, adultos, niños y adolescentes. Cada cual comienza una historia, un cuento o la hazaña diaria de su diario vivir. Pero son los viejos los que atraen la atención de todos, son los chamanes, los curanderos, los que embrujan el alma del mas joven. Todos escuchan con atención las historias antiguas de la tierra, de otros lugares desconocidos también, porque siempre existió un viajero que contó lo que vio allá. Las historias pasadas siempre despiertan interés en todos, pero son los cuentos de brujas, hechizos y cosas ocultas de ultratumba lo que embelesa y espeluzna a todos, sobre todo a los mas pequeños que se irán a dormir con el temor en el semblante.
Horrorizados y felices, ¡que paradoja!, se van todos a dormir porque mañana en el devenir del diario trajín habrá que hilvanar historias que contar para continuar la tradición.