lunes, 1 de noviembre de 2010




No se preocupe Sr. Maestro, tengo reservado un sitio especial para Ud., fue Ud. Siempre atento con los niños y aún con los padres, les enseñó cuanto supo y están agradecidos.
Para Ud. Sr. Magistrado tengo reservado un lugar acá, al lado de su colega. Debió impartir justicia de forma “justiciera” pero en ocasiones se olvidó de su sagrado cometido, ya se repartió justicia al fin.
No sienta congoja Sr. Obispo, no me olvido de su eminencia y del lugar que le corresponde. Ud. consagró su vida a Dios y a los seres terrenales, predicó que había que hacer el bien sin condiciones, repartir justicia y consolar al pobre. Todo Sr. Obispo fue incongruencia en Ud., nunca ejemplarizó su prédica, por el contrario fue rico, ufano y prepotente.
Ud. Sr. Ministro quiso ser un político honesto, trabajar arduamente por los mas desfavorecidos y atender los negocios del estado de bienestar. Muchos confiaron en Ud. una y otra vez, año tras año, mirando el fiel de la balanza con la esperanza de su merecimiento. Al final la corruptela institucionalizada fue mas fuerte que su ética.
Si Dr., Ud. tiene su lugar adjudicado con tiempo. Estudió una carrera de mérito y juró a Hipócrates hacer valer la buena praxis. El médico atiende dolores del cuerpo, la mente y el alma, trata la herida y la hipocondría, al niño, la madre y el abuelo. El médico jamás deja de estudiar, así atiende los males terrenales y actúa como consejero espiritual.
Tu, humilde marino pescador, has expuesto mil y una veces tu vida en el mar, con calmas y tempestades, sol o neblinas. Tienes un lugar reservado también, como todo mortal. Has soportado penurias mil sobrellevándolas con valentía, llevando el sustento a los tuyos.
Tu campesino, tu lugar es especial. Tu has trabajado desde el orto hasta el ocaso, siete días a la semana y en ocasiones hasta con luna llena. La tierra que has trabajado no es tuya, nunca lo fue, tu tierra la tienes debajo de las uñas. Tu y los tuyos han vivido una vida precaria, llena, si llena, de necesidades sin cubrir.
Ud. soldado tiene, por supuesto, un lugar. No sé que galones tiene, si es buen patriota o ha enfilado alguna vez el fusil contra los propios
Para Ud. “señorito” tengo un lugar escogido, no muy diferente del de los demás. Ud. Cree que merece un especial lugar debido a su alcurnia y privilegio, acá lo tiene, reservado para Ud.
Ud. “señorito”, arrogante y déspota, malvado y retorcido tiene su lugar desocupado, sólo para Ud.
Yo no soy nadie, no tengo letras, apenas sé leer. Los míos son humildes y mi trabajo lo heredé del padre, no tengo otra cosa.
Sin embargo soy el que pone a todo el mundo, al margen del rango que ostente, en su lugar, el que le corresponde. Lo hago sin mirar su condición. Soy el enterrador.