sábado, 24 de septiembre de 2011

LA BICICLETA





Su mayor ilusión era poseer su propia bicicleta, pero Elttio, que así se llamaba, había nacido, como se dice ahorita, en lugar equivocado, en un momento inadecuado y no digo que en familia equivocada porque no es así, sin embargo la humilde familia no se podía permitir lujo alguno. Mas que una vital necesidad, la alimentación así podía considerarse.

No se trataba de un niño especial si por este sentido se explicara que fuera superdotado o algo parecido, era un petiso normalito, algo callado e introvertido, cargado de gran sentimentalismo hacia todas las cosas que le rodeaban.

Mientra observaba como sus convecinos, algo mas holgados, disponían de objetos, que hoy llamaríamos de consumo, él simplemente miraba embelezado quizás soñando con el momento de la posesión de determinado artilugio, de juego generalmente.

De entre los cachivaches que le llamaban la atención destacaba con gran diferencia la dichosa bicicleta, otros toys quedaban relegados a segundo plano y mas.

Ignoro como, donde y en que forma, Elttio se encontró un día delante de un cacharro que parecía haber sido en sus mejores tiempos una bicicleta, botada seguramente como inservible por alguien a quién ya no le daba utilidad alguna.

Reaccionó rápidamente y se hizo con su preciado vehiculo de forma inmediata. El trasto no tenia la elemental cadena de trasmisión, no había gomas, cauchos o como quiera llamarse, solo llantas oxidadas, no tenia asiento, era el menor de los males, la oxidación tampoco era obstáculo, se contentó enormemente con su hallazgo y fue corriendo a probar su vehiculo a músculo vivo.

La falta de cadena seria sustituida por sus “potentes” piernas, en cuanto al asiento, con una tablita bien acomodada que no se moviera bien pudiera servir como reposadero.

¡Había que verlo! A toda velocidad cuesta abajo y púyalo que va en bajada, para arriba abría que remolcarla a pata. Era feliz cuando después de muchas carrera de idas y venidas, el sudor mojaba su pelo claro y su carita casi redonda, con mofletes rojizos símbolo de salud al tiempo el aire fresco revoloteaba en su faz.

Es preciso guardarla en lugar seguro donde nadie pueda sustraer su preciado tesoro para ir a disfrutar de la velocidad al día siguiente y al siguiente.

domingo, 4 de septiembre de 2011

LA CASA ENCANTADA






Hoy te voy a contar, como tu me has pedido, algunos pormenores de ésta encantadora y encantada casa, mi casa, la de todos.Esta es una casa con personalidad propia, distinta a las que yo conozco y con una variopinta sustancia plasmática presente casi siempre.Te explicaré primero como es físicamente hablando, de forma sucinta y somera. Tiene forma de “L”, mayúscula claro.


El cuerpo principal y una especie de añadido que funge como cocina y otro cuerpo adosado e independiente al otro extremo con entrada individual. Primitivamente sin agua ni luz eléctrica y sin baño. Las mejoras posteriores no vienen al caso por su simplicidad y conveniencia. La comunicación externa era un corriente camino de tierra, mas propio de bestias que de humanos.


Cuando la habitamos por primera vez constituía una isla de piedra en medio del campo verde y ocre.Los chamitos eran aún chicos, la familia crecía sin que fuera consciente de ello, era un caminar dando tumbos.La casa ya tenia algunos siglos sobre sus espaldas, mejor dicho tejas. Sus robustos muros habían soportado el paso del dilatado tiempo y habían “visto” pasar y morar, generaciones enteras, desfilando en uno y otro sentido, unos llegaban, como nosotros, otros se iban a Uruguay, Cuba ó Venezuela.


La primera experiencia singular la tuvimos una noche en que yéndose la luz tuvimos que ingeniárnosla para que la menudencia no se alarmara por el apagón. Un poco envalentonado por ser el “cabeza” traté de salir al exterior con mi “porsiacaso” , (mi machetico) en la mano. Tengo que advertir que por entonces era frecuente escuchar cuentos de chupacabras y otras historietas. Asomados a la ventana a oscuras, con un amplio, aunque negro panorama, escuchábamos ruidos de cadenas, aullidos perrunos y otras audiofonias. Mas curiosos que alarmados dije escudriñando en la oscuridad, ¡ María, alcánzame ahí la escopeta que le voy a tirar un perdigonzazo al bulto aquel !, tengo que decirte que ni veía bulto alguno ni nunca he tenido armas, solo fue una salida algo “ingeniosa” que, aún me pregunto porqué, funcionó de maravilla, un instante después cesó todo clamor.


Otro día al filo de la media noche, estando dispuestos para el reposo, ya la luz apagada, “observamos” en el exterior un sonido extraño, repetitivo y rítmico. Fue un acontecimiento único porque al encender la luz cesaba el ruido y al apagarla comenzaba la danza de nuevo.Nos pusimos de acuerdo los parientes: yo abro la puerta “sigilenciosamente” y al tiempo tu enciendes la luz de improviso, así podemos cazar al intruso que patea nuestro pasillo a su antojo.Te relato el sonido; como si una persona tuviera una pata de palo y la otra de metal, algo así.


Como habíamos premeditado de antemano y como si un mecanismo de relojería se tratara, dimos comienzo al invento, pero ¡que majadería!, un segundo después de poner en marcha el trabajo que tan afanosamente habíamos tramado cesaba el rítmico sonido. No recuerdo bien si desistimos nosotros por cansancio o el “ente” por la misma causa, el caso es que quedó simplemente anotado en anuario de las anécdotas.


Algunos familiares y amigos nos relatan, de tarde en tarde, alguna anomalía en el entorno aludido. Ella se quejó una vez de que estando dormida la despertó un tremendo cacharrerio con la sensación de que caían objetos por doquier, solución primera correr, después volver y mirar sin ver nada aparente fuera de su lugar. Queda anotado.


Extraño también fue el caso de la familia que habíamos acomodado en la casa por compasión. Después de largo tiempo morando en ella, comenzamos a disentir sobre lo que era bueno y justo. Sin que hubiera que aludir a nada extraordinario fuera de la naturaleza humana, les pedimos que nos desalojaran la vieja casa, así lo hicieron llevándose con nuestro consentimiento algunos enseres. No hubo lamentaciones de ninguna de las partes, sin embargo fui personalmente notificado por su parte en el sentido de los golpes en las paredes y los ruidos, que yo realicé, con el fin de acelerar su marcha. En honor a la verdad y al mío propio tengo que decir que nada de lo que se me atribuye es cierto. Queda anotado en la bitácora de la casa.


No es raro notar sonidos extraños o que estando en la cama cavilando sueños “alguien” te sople en la cara, te sacuda la ropa o te mueva la estructura donde yaces, no hay nada que no tenga una plausible explicación física. Los lagartos caminan en los tejado con pesadas botas y el aire, sin quererlo, se cuela por las rendijas mas insospechadas.Por la casita han pasado incontables generaciones, algunos de los cuales, han terminado sus escuálidas vidas en ella, algunas con mas penas que alegrías y otras muchas con mas pobreza que caudales. Yo he visto algunos sucesos que relato y otros sabidos por cercanía. Estoy seguro de la conseja que dice que “nunca tiempo pasado fue mejor”


Algunos seres muy cercanos han terminado su tiempo en ella, sólo queda el recuerdo, a veces ingrato, y algún objeto sin valor crematístico. Lo que no se hizo ya no podrá hacerse.Para concluir, te diré, que las etéreas formas nos acompañan a menudo, nos consuelan, nos acogen encantadas y nos fortalecen en ese nexo que tiene el tiempo pasado, el presente y el que vendrá.La casita continúa ahí vigilando a todo el que entra o sale, o lo parece, y no cabe ninguna duda de que nosotros, nuestros ancestros, el modo de ser y pensar y en fin lo que somos hace el resto.