miércoles, 20 de noviembre de 2013



Salí a la calle con una alegría inusitada, algo nuevo y raro ocurría pero captaba con total claridad lo que pasaba.
Las calles me parecieron mas amplias, mas limpias y  mas bonitas de lo habitual. Había mas gente de lo acostumbrado, a mi me lo parecía, o no había reparado en tal hecho. Fijé la mirada con atención máxima porque, por extraño que parezca, la gente sonreía feliz  saludaba.
Las calles y plazas aparecían muy limpias, bien cuidadas, con infinitas flores de diverso color, hasta las tristes edificaciones de siempre me parecieron mas bellas.
Los niños jugueteaban por todas partes, la chiquilleria era toda algarabía desbordada. Los abuelos conversaban pausadamente sin alzar la voz, no hablaban de fútbol, ¡que extraño!, charlaban sobre temas interesantes que a todos nos atañe de una u otra forma.
El cielo estaba resplandeciente, el sol se ocultaba tímidamente tras alguna nube pasajera, no presagiaba lluvia.
La felicidad y la alegría lo inundaba todo.
Desperté bruscamente, había sido un bello sueño.

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